Un revolucionario purificador diseñado en Chile que convierte el agua en plasma y consigue eliminar todos loas virus y bacterias que contenga, beneficiará antes de fin de año a unas 10.000 familias de Haití, Bolivia, Ghana y Chile.
Éstas son parte de los 768 millones de personas en el mundo que no
cuentan con acceso al agua limpia, según datos de Naciones Unidas.
El chileno Alfredo Zolezzi,
al frente de los laboratorios del Advance Innovation Center (AIC) de
Viña del Mar (costa central), es autor de un experimento científico que
por primera vez convierte agua contaminada en plasma, el cuarto estado
de la materia después del líquido, sólido y gaseoso.
El plasma se consigue al ionizar los átomos, que
pierden su cobertura de electrones y quedan todos desordenados. Las
estrellas como el Sol se encuentran en estado plasmático, y también se
usa plasma para generar luz en los fluorescentes, o en las pantallas de
televisión.
A diferencia de los purificadores actuales, el dispositivo de Zolezzi acelera el agua, le aplica una descarga eléctrica, la convierte en plasma y destruye todos los virus y bacterias en un vistoso proceso que consigue un agua más pura que la que llega a nuestras casas.
Además, el científico señaló que
requiere muy poca energía e infraestructura, condiciones ideales para
ser usado en aldeas remotas y pobres.
Aunque Zolezzi deja claro desde su laboratorio de innovación que no
es un filántropo y que pretende ganar dinero con su descubrimiento, su
meta ahora es crear una alianza junto a grandes empresas y
organizaciones internacionales que garantice que la tecnología llegue a quienes más lo necesitan.
“Lo que nosotros buscamos es romper el paradigma y demostrar que
tecnología y pobreza sí conversan. A los pobres no les llega la
tecnología o les llega cuando está obsoleta y lo que buscamos es
justamente desarrollar ciencia avanzada y conectarla con problemas
reales”, afirma Zolezzi, entusiasmado.
Zolezzi no ha querido vender este descubrimiento. Lo ha simplificado, para que sea fácil de utilizar en cualquier lugar,
y se ha asegurado de que esta tecnología cambie la vida de los que
menos tienen antes de comercializarse a gran escala. Después medirán el
impacto. “Llevar agua es higiene, higiene es salud, salud es desarrollo, desarrollo es dignidad”, destaca.
Antes de preparar al purificador para que viajara por el mundo,
Zolezzi probó su funcionamiento con varias familias del campamento San
José de Cerrillos, un precario barrio de Santiago donde no había agua
potable corriente.
“El agua salía sucia y teníamos muchos problemas de salud, sobre
todo estomacales. Aunque hirviésemos el agua, igual nos enfermábamos”, explica Rosa Reyes Vargas, exdirigente vecinal del campamento. “El
agua del purificador era cristalina, salía limpita, sabía rico. Cuando
llegó el purificador no teníamos miedo de hacernos zumos”, cuenta
la mujer, quien desde entonces ha sido reubicada, junto a otras
familias, en un barrio de viviendas sociales de Santiago.
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